viernes, 10 de abril de 2015

CALCETINES DE COLORES

Hacía ya tiempo que se había acostumbrado al frío y a la niebla que todas las mañanas se filtraba por todos los rincones de su hogar y que, si uno se despistaba, se colaba por las entrañas, enmarañando todo lo que iba encontrando por el camino. Se había acostumbrado pero no por eso los temía menos. El día menos pensado, el frío y el hielo penetraban en lo más profundo de su ser y se acomodaban en su corazón, dando lugar a pequeñas lágrimas heladas que caían sin cesar de su ojos grises. Esos días, eran días grises, como sus ojos, días helados, como su corazón, días lluviosos, como sus lágrimas.

Sin embargo, a pesar de todo, ella cada día se levantaba con la esperanza de ver brillar el sol. Por éso, todas las mañanas se vestía con su mejor sonrisa y sus calcetines de colores dispuesta a pisar todos los charcos que se cruzaran en su camino.



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